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El circulo funesto

Al penetrar en el Horno de la Ciudadela el espectador se sumerge en un ámbito inquietante, pues el espacio parece haber adquirido vida. Los sonidos se repiten con implacable insistencia, la línea fija una alternancia visual y dinámica que encierra literalmente a quien se encuentra en este espacio; los brazos ordenan con idéntica sistematicidad la cadencia del proceso. Los filamentos al estirarse y encogerse hasta alcanzar la forma final prolongan implícitamente el tiempo haciendo más evidente su dilatación. Todo se halla pues regulado hasta el extremo, todo responde a una planificación escrupulosa, como corresponde a cualquier artefacto mecánico, a cualquier autómata. Su escrupulosa precisión nos agrada y nos disgusta simultáneamente; hay algo de “placer negativo”, expresión que Edmund Burke utilizara para sintetizar el sentimiento de lo sublime, porque intuimos que esta máquina podría estar anticipando la realidad humana del futuro, la aniquilación tácita de los valores, derechos y libertades que el hombre ha ido conquistando a lo largo de los tiempos, y de manera particular en los últimos siglos. De ahí que este autómata sea una llamada de atención sobre la deriva a la que nos está conduciendo la estrategia pautada por los gestores de la globalidad; un devenir simbolizado en este círculo funesto.

 

Javier Hernando.

Fragmento del texto El círculo funesto del catálogo Autómata de Julio Mediavilla.

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